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Los sueños se cumplen​

Y las dificultades se superan

Salir de las calles no es fácil, pero los animales de compañía se convierten en una razón más para hacerlo. Esta es la historia de Don Pedro.

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- Por Tatiana Rojas.

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Es un día soleado pero frío, típico de Bogotá. Uno de esos días donde el sol brilla sobre las nubes, pero la temperatura no supera los 15 grados.

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Frente al hogar de paso para carreteros y animales de compañía, ubicado en la localidad de los mártires, están Javier y su pequeño Rocky, un pitbull que deja ver en su cabeza las cicatrices de peleas pasadas. Javier esperaba que el veterinario del hogar de paso estuviera presente para que le revisara una pata a Rocky, pues se había lastimado el día anterior cuando se cayó de la carreta.

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A unos pocos metros está otro señor, de estatura mediana, despeinado, con una chaqueta azul, unos jeans y unos zapatos negros que parecen recién comprados. Trae amarrados con una cuerda amarilla dos perros, uno negro y uno café. Está buscando pasar la noche allí.

- ¿Tienen cupo para mis dos perritos? – pregunta al celador que lo atiende en la gran puerta azul.

- Déjeme pregunto – le advierte, entrando a buscar a quien se encarga de los cupos.

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Mientras espera, el hombre con los perros se deja tomar una foto. Sonriente, acomoda a sus dos acompañantes peludos y posa.

 

- Queda cupo para usted, pero solo para un perro– dice el celador.

 

- Ah bueno, no tranquilo, yo busco otro lugar – dice, mientras les ordena a sus amigos perrunos que se deben ir de allí – Hasta luego – se despide, y emprende su camino, sin reclamo ni queja.

 

Ese es Don Pedro, el hombre que un mes después de ese primer encuentro empezaría proceso para salir de las calles y me contaría su historia. Ese hombre que prefirió pasar la noche en la calle, antes que decidir entre sus dos perros.

 

La relación que se llega a formar entre los habitantes de calle y sus animales de compañía es tan fuerte, que se convierten en familia. Son compañeros que pasan juntos las dificultades de las calles. E incluso los animales de compañía se convierten en la razón por la que los ciudadanos en condición de calle deciden dejar de consumir. Así lo ha evidenciado Juan Jiménez Lara, veterinario que ha trabajado con personas en condición de calle y sus animales en Medellín.

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Los dos acompañantes de Don Pedro son Tomás, un perro criollo negro con algunas manchas blancas en las patas y una hiperactividad arrasadora, y Kira, una mezcla entre terrier americano y otra raza más pequeña. Tomás llegó a Don Pedro hace año y medio porque una señora se lo regaló cuando le robaron a una perrita que tenía antes; y Kira llegó poco tiempo después.

 

Dice que recibió a Tomás porque siempre le han gustado los perros. Describe su relación como la mejor, a pesar de que Tomás es muy caspa y le hace sacar rabietas.

 

A Kira también se la regalaron, y la recibió porque quería que Tomás tuviera compañía perruna. Se la regalaron en Silvania, cuando él venía caminando desde Ibagué a Bogotá.

 

Don Pedro llegó al hogar de paso buscando ayuda para Kira, pues estaba embarazada. Cuando logró obtener un cupo para él y sus acompañantes, Kira dio a luz a 7 perritos en el hogar de paso, dejando a Don Pedro con una familia de 9.

 

Al día siguiente él estaba listo para irse de allí, pero Karol, la directora del hogar de paso, y varios funcionarios, lo convencieron de que no podía irse hasta que los perros no fueran lo suficientemente grandes y que Kira debía recuperarse del parto.

 

Al ver que pasaría un largo tiempo hasta que eso sucediera, Don Pedro decidió empezar el proceso para salir de las calles. Días después abandonaron a otro perrito dentro del hogar, y Don Pedro decidió adoptarlo mientras permaneciera en el hogar, dejándolo ahora con una pequeña familia de 10 perrunos. Pero su historia comenzó mucho tiempo atrás.

 

- ¿Cuánto tiempo lleva en las calles? –

 

- Yo llevo mucho tiempo – dice evitando la mirada.

 

Evita contar muchos detalles y con cada pregunta sus ojos revolotean, como quien está mirando al pasado.

 

Pedro era solo un muchacho cuando se quedó en la calle. Todo comenzó porque en una pelea callejera, con otro joven, prefirió defender su vida antes que quedarse fuera de problemas. Esto lo llevó a la cárcel, donde terminó aprendiendo las mañas y los vicios de la calle. Él dice que fue una de las experiencias más duras de su vida, pues los abusos por parte de la autoridad y las malas relaciones con compañeros no dejan llevar un proceso de resocialización.

 

Una vez estuvo libre de nuevo, Pedro no volvió a su casa, pues no había una buena relación con su familia. Se quedó en las calles, donde el consumo de drogas poco a poco lo fue consumiendo a él.

 

Viajó por varias ciudades del país. Ibagué, Bucaramanga, Silvania, entre otros. No da muchos detalles de por qué viaja tanto. Pero lo que sí dice con seguridad es que desde el momento que Tomás, su perro, llegó a su vida, decidió hacer todo lo posible por cuidarlo de la mejor manera.

 

Por ello Don Pedro, ya hecho un hombre, se instaló en Bogotá y se dedicó a lavar vidrios de los carros en los semáforos. Hoy sigue con ese trabajo, y la plata que logra conseguirse, la gasta más que todo en el alimento de sus perros.

 

- ¿Qué le ha dicho la gente de los carros cuando usted se acerca a lavar el vidrio? –

 

- Muchos no dicen nada. Pero una vez una señora antes de decirme que no, me pasó el carro por encima del pie y me lo rompió –

 

Don Pedro empezó a disminuir su consumo de drogas desde antes de llegar al hogar de paso. Dice que lo decidió por sí mismo, que ya se había cansado de eso.

 

Él no imagina su vida sin sus perros, y no sabe qué haría sin ellos. Ahora que empezará un proceso de rehabilitación para salir de las calles, debe ir a un centro de atención del distrito, donde lastimosamente no puede ir con sus perros. Eso dice que es lo más duro, no poder verlos durante el tiempo que vaya a durar en proceso.

 

Aunque Don Pedro quisiera quedarse con los 10, no tiene ni el lugar ni el dinero para hacerlo, pues a él le encantaría poder tenerlos de la mejor manera, en un lugar con mucho espacio. Así que decidió dar 3 de los cachorros en adopción y 4 los venderá para poder comprarse un celular y estar en contacto con su hija y sus nietos, con quienes su relación ha mejorado mucho desde que decidió empezar proceso.

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Hoy todavía está mirando si otros familiares pueden tener a Tomás y a Kira mientras está en proceso, pues él cree que, si se los deja al Instituto de Bienestar animal, nunca los volverá a ver.

 

Don Pedro sabe que el camino que está a punto de emprender será duro, pero también sabe que tiene el apoyo de su hija y que entre más rápido termine, más rápido verá a sus compañeros peludos, esos con los que pasó mil y una aventuras en las calles.

 

Don Pedro tiene sueños, como todos. Él quiere rehacer su vida y desde ya tiene un plan: dedicarse a algo relacionado con carros, pues toda la vida le ha gustado la mecánica. Quiere ser un buen abuelo y quiere pasar el resto de su vida con sus perros.

 

Don Pedro es valiente, y aunque le toca hacer proceso sin la compañía de sus perros, sabe que vale la pena, pues al final del camino, ellos estarán batiendo la cola y ladrando, felices de verlo y empezar a vivir nuevas aventuras.

 

FIN 

Lazo animal y persona - Juan Jiménez Lara
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Importancia - Juan Jiménez Lara
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